Y lo hace con su nueva obra de poesía «La casa del tiempo»

Hoy en Días de Radio, Eduardo Benítez Romero visita Entrelíneas Editores. Quizá el primer poeta que se atrevió a describir cuanto le rodeaba fue el presocrático Parménides de Elea (siglo VI a. C.). De él se conservan 19 fragmentos de su poema, que suman un total de 160 versos. En ellos define cuanto observa en la naturaleza y en las emociones humanas, aportando su sencilla y singular visión de las cosas.

Comparte tertulias poéticas, y ésta es la razón de que buena parte de los poemas que constituyen este libro se hayan visto nacer, crecer, desarrollarse, modificarse a veces. Han ido surgiendo como delicadas gotas de agua, en lluvia fina y continua, constituyendo pequeñas y frágiles unidades de alegría, de temor, de luz, de dolor, de esperanza que aquí se muestran deliberadamente desordenadas pero inevitablemente interconectadas.

Para Eduardo, la poesía no es para él cuestión de orden, de laboriosidad y de virtuosismo, sino de práctica, de ritual de palabra sincera y pura que conducen hacia la claridad. En ella está la verdad y la belleza de su verso. El autor describe las cosas de la vida como si ésta no escuchase, con incalculable dignidad, sin perder jamás la compostura. Es el poeta de la palabra limpia, fresca y pura, alejado de los modismos actuales, de la vacuidad del verso.

Su verso fluye con facilidad. Eduardo no narra, no se apoya en la narrativa, sino en la descripción; él describe aproximándose con suavidad y timidez al más puro lirismo: es su sello personal.

Es un poeta que ama la vida y, por esta razón, usa la poesía como vehículo de euforia, la ensalza, la goza, la disfruta y también la padece. En la selección de poemas que aquí nos ofrece, estos rezuman alegría, a pesar del dolor que a veces le causan, una alegría que parece estar siempre respirando su verdad auténtica, que la realza y dignifica.