En un partido con mucha igualdad en el marcador, las 19 pérdidas de balón impiden al Fuenla vencer al AEK en Atenas ante un vacío OAKA.

Foto: www.championslegaue.basketball/es

El Montakit Fuenlabrada no pudo asaltar una de las canchas de baloncesto más míticas de Europa, como es el OAKA de Atenas, y cayó derrotado ante el actual campeón de la Basketball Champions League, el AEK, por un ajustado 78-71.

Partido de muchos contrastes y mucha igualdad en el luminoso de un OAKA prácticamente vacío, en el que solo el conjunto local fue capaz de pasar de la decena de puntos a favor y donde se vio a un Fuenla con las dos caras de la temporada: la de la buena defensa y el buen rebote; y la de las pérdidas y las desconexiones.

El resumen del choque se puede hacer viendo el tiempo muerto que solicitó Néstor García nada más arrancar el mismo, en apenas un minuto, en el que tuvo que dar un toque de atención a los cinco jugadores con los que arrancó en el quinteto inicial. Pasividad en defensa y nula actividad en ataque hizo que el técnico argentino comenzará con un primer cabreo. Pero a partir de ahí, el equipo reaccionó y consiguió meterse en el duelo.

Desde ese momento, y con un Vince Hunter en plan estrella para los griegos, el partido fue un «querer y no poder» por parte de los dos equipos. Se movían a base de arreones y parecía que querían estar todo el partido «haciendo la goma» como se dice en el argot ciclista.

Los helenos abrieron hueco en el marcador, pero los del Che volvían una y otra vez a reengancharse al choque. Con una buena dirección de Luka Rupnik, el acierto anotador de Ian O´Leary o la intimidación en la zona de Lucas Nogueira, hasta que tuvo que retirarse por una torcedura en el tobillo, el Fuenla buscaba sus opciones de victoria acercándose a los locales y dejando la renta en tan solo un punto en contra en muchas fases del duelo.

Al final, las 19 pérdidas que tuvieron los fuenlabreños a lo largo del choque pesaron demasiado y la victoria se queda en casa del campeón, dejando al Montakit Fuenlabrada con la sensación de haber perdido una muy buena oportunidad de hacer historia ganando por primera vez en tierras griegas.